La historia de Chile hasta el golpe de Estado de 1973 se suele presentar como un progresivo proceso de profundización democrática, que a diferencia del resto de América Latina, su sistema político fue capaz de institucionalizar el conflicto de clases sin hacer uso masivo de métodos represivos. El presente artículo problematiza este supuesto, examinando la crisis de la dominación oligárquica en Chile en la ciudad de Iquique. Centro de concentración obrera, el conflicto de clases se encontraba altamente desarrollado en la región. Fue allí donde la necesidad de conjugar represión y legitimidad política originó nuevas formas de aplicar y limitar la represión sobre los movimientos sociales y políticos. La fortaleza de las organizaciones obreras obligó a relativizar la vocación represiva de la clase dominante, generando una compleja relación entre coerción y democratización, que caracterizaría la construcción del sistema político moderno en Chile.