Este artículo indaga en las primeras administraciones municipales de Carolina Plaza y Vicky Barahona en las comunas de Huechuraba y Renca, respectivamente. Ambas alcaldesas, pertenecientes a la UDI, simbolizaron la exitosa penetración de este partido en nichos políticos y sociales de raigambre popular, históricamente hegemonizados por fuerzas de izquierda. La hipótesis plantea que el amplio respaldo a las gestiones de estas alcaldesas en zonas supuestamente hostiles a la derecha, se vinculó con la construcción de redes clientelares, capaces de incidir en la vida cotidiana de los habitantes de estas comunas. La personalización de la política, fue vital para lograr romper antiguas lealtades políticas. Estos casos muestran la fortaleza de los alcaldes como mediadores en el sistema político chileno postdictatorial