Boletín nº2-2023 La larga sombra del Golpe

Por: Equipo Cátedra de Derechos Humanos

Editorial.

Han pasado 50 años desde el Golpe de Estado que implantó un sistema neoliberal total y maduro en Chile, pero sus efectos traumáticos persisten modelando la vida del país.

Cuando estamos próximos a cumplir cinco décadas del Golpe de Estado nos encontramos frente a una realidad inquietante. A pesar del paso del tiempo, los dolores producidos por el quiebre de la democracia no se han olvidado. Al contrario, se han reactualizado de modo traumático. Muchos de quienes aplaudieron el bombardeo del palacio de La Moneda, hoy se reafirman en su posición, e incluso intentan imponer una nueva visión histórica basada en el negacionismo. La fractura producida por el Golpe aún resuena después de 50 años.

Aún asistimos a escenificaciones que le piden a la sociedad chilena un olvido de la memoria histórica en pos de una reconciliación, que en realidad conlleva una extensa impunidad sobre las masivas violaciones de los derechos humanos y también respecto del apoyo civil a la dictadura. Muchas veces quienes apoyan el Golpe, insisten en que el quiebre de la democracia encuentra una razón en los hechos previos acontecidos en la Unidad Popular. Si por un momento aceptáramos esa visión, lo que veríamos sería una sociedad que durante gran parte del siglo XX luchó incansablemente por mejorar sus condiciones materiales de vida, una sociedad que demandaba el reconocimiento democrático de un sistema político hostil a la participación popular. También veríamos un electorado que recorrió diversas alternativas buscando fórmulas de transformación social que resultaron muy limitadas ante la magnitud de la desigualdad. Incluso veríamos cómo, en varias ocasiones, las respuestas sistémicas de la antigua democracia fue la represión policial y militar, produciendo matanzas en varios lugares del país.

En definitiva, si observamos los años previos a 1973, veremos una sociedad cada vez más autoconsciente de su situación estructural y su hartazgo frente a un sistema incapaz de canalizar las promesas de progreso. Por ello, el Golpe debiera entenderse en la larga duración histórica y no como una respuesta extrema y puntual al gobierno de la Unidad Popular. El Golpe articuló una respuesta de las élites que buscó derrotar estratégicamente a los sectores populares. Ello se manifiesta en el uso sostenido del terror contra la sociedad, en la disolución de la autoconciencia popular sustituida por un nuevo imaginario neoliberal, en reformas estructurales que conllevan un completo cambio del sistema, imposible de realizar en condiciones democráticas.

Por ello, bien podemos señalar que la dictadura implementó un sistema neoliberal total, que hoy vemos en toda su madurez. Total, porque el neoliberalismo abarca todas las esferas de la vida de los chilenos, sin contrapesos estatales ni sociales. A diferencia de otros países, en Chile el neoliberalismo no se implementó vía reformas graduales en medio de sistemas democráticos, sino por la completa, violenta y rápida sustitución del modelo precedente. Maduro, porque ha desarrollado todas las características del proyecto original y porque, además, ya son visibles los “frutos” del modelo en todas las esferas de la vida de los chilenos.

En efecto, ya hay varias generaciones que han vivido su ciclo vital en este sistema de vida. Han experimentado la educación neoliberal, sus reglas laborales, sus formas de precariedad existencial en el ámbito de la sanidad y las pensiones, todo ello sin la perspectiva de cambios sistémicos. La única posibilidad de salida de la jaula de hierro neoliberal fue la propuesta constitucional rechazada el año 2022. Ciertamente dicha propuesta tuvo muchos defectos, pero evaluada en su conjunto contenía la posibilidad de dejar atrás la herencia de la dictadura para inaugurar una dinámica democratizadora encauzada constitucionalmente.

Mucho se ha especulado sobre las razones de dicho rechazo; la desinformación, los errores de la Convención, la incertidumbre y el vértigo ante la aceleración temporal de los cambios propuestos, etc. Pero poco se ha analizado cuanto pesa la subjetividad neoliberal formada en cinco décadas. En efecto, ¿es posible ignorar la profundidad de dicha subjetividad originada a partir del Golpe? ¿No vemos su presencia total y madura en las distintas áreas de la vida de los chilenos?

A 50 años, la herencia Golpe sigue modelando la vida del país. Chile aún continua en el laberinto buscando una salida, que solo es posible si surgen nuevas formas de autoconciencia que superen la subjetividad neoliberal.

 

Descarga el boletín completo aquí
LOGOS USACH

Departamento de Historia

Universidad de Santiago de Chile

Sitio web desarrollado por LR&PF

Scroll to Top