La principal productora de cemento en Chile, la Sociedad Fábrica de Cemento de El Melón,
se emplazó en la pequeña ciudad de La Calera e intervino directamente en el espacio urbano con una
serie de iniciativas destinadas a desmovilizar a los trabajadores y avanzar los lazos de lealtad de los mismos
hacia la empresa. Apoyada en una situación económica expansiva, El Melón desarrolló prácticas de control
extensivo diseñando espacios físicos (poblaciones obreras) y un moderno servicio de bienestar, acercándose
a las prácticas del urbanismo paternalista, mediante el cual logró intervenir con éxito en los ámbitos privados
de los trabajadores y sus familias, fortaleciendo una identidad obrera ligada a la fábrica.