Ana Carolina Gálvez Comandini, doctora en historia de la Universidad de Santiago de Chile, primera mujer egresada del Doctorado en Historia con la tesis, evaluada con nota máxima, “Mujeres Públicas. Experiencia e identidad de las prostitutas en Santiago de Chile, 1896-1940”.
Licenciada y profesora en Historia de la Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación (UMCE), Magíster y Doctora en Historia de la Universidad de Chile y de la Universidad Santiago de Chile respectivamente, Ana Gálvez Comandini ha desarrollado su carrera profesional y académica especializándose en historia social con perspectiva género, contando con varias publicaciones en formatos de libros, capítulos y artículos en revistas indexadas.
Entre sus publicaciones más recientes se pueden encontrar el libro “Mujeres y Política en Chile, siglos XIX y XX” (2019), en el que es coeditora junto a Rolando Álvarez y Manuel Loyola, mismo libro en que se encuentra su capítulo “Las políticas de la prostitución de los movimientos feministas en Chile a comienzos del siglo XX”. Así mismo, su artículo publicado en la Revista de Historia UNISINOS, “Trata de blancas y proxenetas extranjeros en Chile: La amplificación del discurso internacional del victimismo en la prostitución. Estudio de caso, Santiago de Chile 1934” (2018).
A partir del claustro del Doctorado en Historia de la USACH es posible identificar un fuerte enfoque en Historia Social ¿Cuál considera que es un aporte del programa al desarrollo de investigaciones con perspectiva de género?
En realidad, el programa no tiene una línea de género entonces, Julio Pinto era mi director de tesis, y la verdad es que Julio Pinto me dio mucha libertad para poder yo avanzar en esa línea de trabajo. No es que te dicen, esta línea no porque nadie la trabaja, sino que, en mi caso, con el profesor Pinto tuve toda la libertad del mundo para hacer propuestas, discutir y debatir. En ese sentido, la ventaja, es que te dan la libertad de hacerlo.
Otra cosa que tiene de bueno el programa es que, si bien ellos no tienen especialistas en la línea dentro del claustro, sí te permiten buscar afuera. Y qué pasó, cuando yo hice mi pasantía en la Universidad de Buenos Aires, en la UBA, la hice con Mirta Lobato y a partir de Mirta, que ha trabajado el tema de género, género y trabajo entre las mujeres en Argentina en el siglo XIX y primera mitad del XX, establecimos contactos además con otra investigadora de la prostitución en Rosario, que es María Luisa Mujica, y ella es especialista en temas de prostitución y género, y con otra investigadora del CONICET que se llama Cristiana Schettini, que también trabajó prostitución con perspectiva de género. María Luisa, si bien ocupa la perspectiva de género, Cristiana Schettini ocupa género y feminismo, que está muy vinculado a lo que yo estaba haciendo.
Entonces claro, el programa, obviamente yo entiendo que no puede tener especialistas en todas las áreas, sería imposible que tuviera un especialista para cada área, pero el programa sí facilita y te da la oportunidad de que tu puedas buscar conexiones y especialistas afuera. Y, de hecho, María Luisa Mujica, que es la profesora de la Universidad de Rosario, fue mi evaluadora externa, tanto del pre-proyecto de tesis, de la defensa del examen de calificación, y fue la evaluadora externa también en la tesis doctoral, o sea, el programa puso una experta.
Entonces, lo que yo destaco es eso, que te permiten primero, trabajar temáticas que a lo mejor no están dentro de las líneas específicas del claustro, te permiten trabajarlas y te apoyan, y porque además te ayudan, inclusive te financian, me financiaron ellos la pasantía en la UBA, para que puedas tener contacto con especialistas nacionales o internacionales.
¿De qué manera el Doctorado en Historia ha aportado a su desarrollo profesional y académico?
De muchas y múltiples formas porque el doctorado a mí me encanta, o sea, a mí me gustó mucho el Doctorado en Historia de la USACH, y lo digo en todas partes, a mi juicio, es uno de los mejores programas de Historia, de doctorado en este momento en Chile, porque la formación que te entregan es muy completa desde lo teórico y lo metodológico. Entonces qué hace el doctorado el primer año, el primer año es tremendamente exigente y riguroso en temáticas teóricas de escuelas historiográficas, te muestra una amplia gama de las que tú vas a trabajar, y las que no vas a trabajar también porque tienes que manejarlas y conocerlas, y también con respecto a los marcos metodológicos.
Entonces, claro, si bien todos y todas veníamos con un magíster acuestas, en mi caso hice mi maestría en la Universidad de Chile, el programa se preocupa de profundizar no solamente contenido, sino que profundizar en debates teóricos relevantes, y que son relevantes para las discusiones teóricas que tu después vas a tener que hacer en tu tesis doctoral. Entonces, voy a poner un ejemplo, no es que nos enseñaron qué es la escuela de los annales y quiénes son los annalistas, sino que, cómo la historiografía discute con las propuestas de los annalistas franceses, cómo evolucionan esas propuestas, cómo interactúan y se desarrollan, por ejemplo, con la historiografía marxista, con la historiografía feminista.
Uno de los cursos que más me gustó de todo el programa, fue Escuela y Debates Historiográficos, cuando yo estaba, ese curso lo dio Rolando Álvarez y Julio Pinto, y fue un curso excelente, no, todos los cursos fueron excelentes, pero a mí en particular ese curso me marcó mucho porque hay muchas cosas que una las ve en algún momento de su formación académica y después las suelta, y no las vuelve a retomar, y el Doctorado en Historia te obliga a retomarla, y te obliga a actualizarte teórica y metodológicamente, te amplía mucho las perspectiva y te saca un poco de este esquema bien positivista del método de investigación historiográfico y te abre a perspectivas mucho más críticas, de modelos sociocríticos de investigación que evidentemente pasan por una metodología, pero que trascienden a la metodología porque te obligan a hacerte preguntas epistemológicas respecto de qué estás haciendo y cómo lo estás haciendo.
¿Cómo se ha visto reflejado en su aporte a su campo de investigación?
Porque, bueno, yo al trabajar teoría feminista y teoría de género, el género es una categoría feminista de análisis, yo manejaba muy bien la perspectiva de género y la perspectiva feminista pero, el Doctorado en Historia me aportó un enfoque historiográfico que yo no manejaba, y no conocía, que fue la Escuela de Estudios Subalternos y cómo trabajar las fuentes historiográficas con una perspectiva, o una mirada, postcolonial, no sé si postmoderna, pero sí desde un punto de vista mucho más crítico con respecto a las fuentes de investigación y, además, cómo trabajar con fuentes de investigación que no habían sido producidas por las sujetas de estudio con las que yo estaba trabajando, es decir, cómo acercarme a un sujeto histórico como las prostitutas, que eran el sujeto de estudio, a partir de fuentes construidas por terceros, o sea, mirándolas indirectamente, y el modelo de la subalternidad me sirvió mucho. Y es un modelo que apliqué desde el punto de vista teórico pero principalmente metodológico con la lectura de las fuentes en reversa, o a contrapelo como le llama esta escuela, para poder buscar no solamente lo que se dice, sino que también, dentro de lo que no se dice y lo que se dice, cómo se dice, quién lo dice, buscar en estos espacio vacíos, hacer una lectura entre líneas.
Una metodología muy entretenida, muy interesante, que yo no manejaba y el doctorado me lo facilitó de una forma impresionante, por lecturas teóricas y con aplicación práctica-metodológica, que fue lo que más pude trabajar con el profesor Pinto, que es una metodología y una técnica que él maneja bastante bien. Así que, sin duda me aportó, me aportó para poder trabajar fuentes que yo quería mirar y encontrar lo que estaba buscando en el fondo.
Y abrir esa área de trabajo de sujetos poco estudiados en el caso chileno
Bueno, las mujeres en general han sido poco estudiadas en la historia y las prostitutas menos, son lo que se llama los sujetos sin historia o los no sujetos, porque son personajes que no dejan huella de primera mano entonces, como no dejan huella, se ha pensado históricamente que no tienen historia, y la verdad es que yo logré escribir una tesis doctoral enfocada en el sujeto prostituta, que tiene casi quinientas páginas, o sea, hay mucho que hacer y mucho que decir con respecto a estas mujeres casi olvidadas de la historia, y rescatar los roles y experiencias históricas, agencias históricas de las mujeres, etc.
Desde su perspectiva como egresada, ¿cuáles son los desafíos que usted identifica para las y los futuros doctorandos a raíz de fenómenos como el estallido social y la pandemia?
Es un escenario muy hostil, los desafíos no sé si solamente para los futuros doctorandos, también para los egresados. Hay cosas prácticas que ya se transforman en una dificultad, como que los archivos y las bibliotecas están cerrados, eso ya se transforma en un problema y una dificultad para los que somos investigadoras es ineludible. Yo estoy con mi post-doctorado este año, partí en marzo de este año con el post-doc, y por supuesto que no puedo ir ningún día al archivo entonces, claramente es una dificultad relevante, sobre todo porque tengo que hacer en Chile, Argentina y Brasil, entonces el panorama es todavía más complejo.
Claro, el acceso a la información, sobre todo el tema de archivo, que es un sector de la acumulación y registro de conocimiento que no se ha modernizado en Chile.
Nunca, por años nunca. Claro, para mi ese es un gran tema, para la gente que está haciendo sus doctorados ahora es el tema de los archivos, que no es fácil de resolver en esta situación porque no depende de nosotros, que los archivos abran y, cuando abran, en qué condiciones van a abrir, cuánto acceso vamos a tener. No es simple, para mi, como efecto inmediato de toda esta crisis política, sanitaria y social, en el oficio del historiador y las historiadoras, sería ese. Bueno, y el tema de las clases evidentemente, pero el tema de las clases de una u otra forma se ha resuelto vía tele-educación pero lamentablemente no tenemos tele-archivo.
En su tesis doctoral, el estudio de cómo las mujeres de finales del siglo XIX y la primera mitad del XX construyen una identidad como trabajadoras sexuales, al tiempo que convivían con estigmas sociales y morales, da cuenta de que la prostitución en tiempos de la “cuestión social” era una opción laboral, tanto como una resistencia a la pobreza como a la explotación laboral en las fábricas de la época. Todo esto como expresión de la opresión estructural sobre las mujeres, donde como usted menciona, “la pieza más estigmatizada del engranaje” sin dejar de ser parte de la estructura opresiva. Sobre esto ¿qué elementos de continuidad y de cambio es posible identificar en la realidad nacional actual?
Hay muchos cambios con respecto a lo que yo estuve investigando, yo trabajo fines del siglo XIX y principios del XX, y la verdad, claro, en ese momento hay una insipiente identidad laboral en el oficio prostituta, principalmente de aquellas que se dedican de por vida al oficio, y la prostitución es un oficio donde las mujeres suelen entrar y salir constantemente, y en la época que yo estudio, van alternando mucho el ser costurera con la prostitución, el ser obrera de fábrica con la prostitución, el servicio doméstico con la prostitución.
Entonces, estaba un tiempo en el servicio doméstico, las echan, no encuentran trabajo, prostitución, están trabajando en un taller de costura, las echan, no encuentran trabajo, se prostituyen, y así es casi parte del ciclo laboral. Pero hay algunas que se quedan en el oficio y que deciden no volver a los otros porque ellas mismas reconocen que son tremendamente explotadas y que los salarios son paupérrimos, y que en la prostitución ganan mucho más dinero. Y a partir de esa ecuación que es económica, pero también el política, porque tiene que ver con que las mujeres han ganado, históricamente, la mitad de lo que ganaban los hombres, algunas optan por el oficio prostituta y se identifican como prostituta, cuando les preguntan en los juzgados policiales o en los juzgados civiles a qué se dedican, prostitución, prostituta, oficio prostituta, y declaran y dan su trayectoria laboral, “primero estuve en la casa de fulana, después la de sutana, un tiempo hice calle…”.
Pero no hay una identidad, si bien hay una identidad con el oficio, no hay una identidad tan vinculada al trabajo, o sea, se reconoce que es una actividad de subsistencia, pero es mucho más dificultoso encontrar una identidad como trabajadora, que sí ocurre hoy. Por eso te digo que el salto es cuántico, porque si tu miras desde la década de los 80 en adelante en Chile, las trabajadoras sexuales no se llaman más prostitutas, se comienzan a llamar trabajadoras sexuales, y es un gesto político tremendamente importante incluir la palabra trabajo, porque le quita el estigma de “putas” y les pone el rol y el sello de trabajadoras.
A partir de la década de los 80 ellas se comienzan a organizar, a sindicalizar, eso no había ocurrido antes en la historia de Chile, primero en el sindicato Ángela Lina, y que después se va transformando en lo que actualmente es Fundación Margen, de apoyo y desarrollo de la mujer, ahí está anclado ahora el sindicato de trabajadoras sexuales. Y ellas, de ahí empiezan a reivindicar política y socialmente la prostitución como trabajo sexual, y comienzan a exigir los derechos laborales que tienen todas las trabajadoras y que debieran tener todas las trabajadoras, porque en el fondo, es parte de la economía de subsistencia de las mujeres, y es parte de la realidad femenina de muchas mujeres.
Entonces, ahí hay un acto político de identificación con el trabajo y con los valores que conlleva el trabajo, que no le eran reconocido a las prostitutas. Cuáles son los valores del trabajo, los valores del trabajo son el esfuerzo, el sacrificio, la honradez, la rectitud, esos son los valores que se han asociado al trabajo históricamente, y que no se asociaban antiguamente a la prostitución, las que tenían un montón de epítetos que no estaban vinculados con los roles del trabajo.
Y a partir de la década de los 80, y con más fuerza en los 90, porque ahí es cuando surge Fundación Margen, ellas comienzan a reivindicar este rol de trabajadoras y a exigir derechos laborales, y eso es un salto cuántico desde fines del siglo XIX hasta fines del XX. Y es un acto político que tiene que ver mucho con el feminismo, y si bien el feminismo está muy dividido, en el feminismo abolicionista – que está en contra del trabajo sexual, que no lo reconoce como trabajo, lo sigue viendo como prostitución – y está el otro grupo del feminismo – que sí lo reconoce como trabajo y reconoce, en las trabajadoras sexuales a mujeres con agencia política, donde ellas tienen una consciencia política laboral para decidir autónomamente dedicarse al oficio del trabajo sexual. Y con esto no quiero ser negacionista, porque mucha gente dice que “entonces estás negando que hay trata de personas y explotación sexual”, no, no estamos negando eso, hay trata de personas y hay explotación sexual, y eso es un delito, hay que perseguirlo y sancionarlo, pero no es lo mismo que el trabajo sexual, ese es el problema, que se trata de igualar. No es lo mismo una mujer que elige el trabajo sexual a una mujer que es explotada sexualmente, uno es un trabajo y lo otro es un delito.
Esa es la definición, pero como se las mete siempre dentro de un mismo saco y se criminaliza el trabajo sexual – eso ha sido histórico, esto es un rasgo de continuidad – ha costado mucho que ellas puedan conseguir el reconocimiento social y el estatus social de trabajadora, de hecho, ellas todavía no tienen derechos laborales, por ejemplo. Entonces, claro, hay un salto cuántico con respecto a la identidad, pero hay permanencia de larga duración, como diría Braudel, estas cosas que se mueven lento en la historia y que tienen que ver con las mentalidades, y que vinculan la prostitución siempre al delito, al crimen, a la explotación.
¿Qué desafíos suponen los fenómenos actuales para este segmento de la población?
El estallido social involucra a todos los sectores más desposeídos, marginados y olvidados, esa es la gente que está protestando, la gente que se siente engañada, explotada por el sistema, un sistema que es tremendamente desigual, que es ferozmente competitivo, consumista, y a ellas por supuesto, que todo lo que se demanda en el estallido, ellas lo defienden, ellas son parte de la población que está protestando porque están tremendamente afectadas por un sistema económico y político que es segregador, o sea, si la gente pobre está al margen, las prostitutas están al margen del margen, por eso se agrupan en esta fundación que se llama Margen.
Entonces, por un lado, apoyan todo lo que es el movimiento social, pero por otro, también ven afectado su trabajo, porque el comercio sexual y toda la zona centro, que son barrios de trabajo sexual, San Antonio, parque Bustamante, 10 de Julio, Vicuña Mackena, que fueron una de las zonas más afectadas para el estallido, sobre todo por los toques de queda temprano y las barricadas, afectó tremendamente su trabajo, su desempeño y sus ingresos. Entonces estuvieron bien complicadas económicamente, y ahora con la pandemia yo no te puedo explicar, casi no pueden trabajar, primero por todo el tema de los protocolos de distanciamiento y, segundo, por el toque de queda.
Entonces, claro, han sido tremendamente afectadas y, por suerte existe Fundación Margen que se organiza para ir en ayuda económica de las compañeras, organizan rifas, donaciones de mercadería, de dinero, porque han sido tremendamente golpeadas por la pandemia.
Las dirigentas que ellas tienen son fantásticas, mujeres tremendamente comprometidas, sumamente luchadoras, la verdad es que son impresionantes, para mi fue un hallazgo haberlas conocido, que me hayan permitido ingresar a su círculo, conocerlas, poder apoyarlas en algunas actividades. Tienen un nivel, una capacidad de gestión y un discurso político tan potente que es impresionante, básicamente porque cuando yo miro hacia el pasado, que son las que yo estudio, no tenían figuración en el espacio público ni presencia política, eran mujeres silenciadas y nadie las escuchaba, en cambio tu ves ahora, las dirigentas, el rol político, el discurso político que tienen, tremendamente coherente, teóricamente bien fundamentado, uno dice aquí hay un salto relevante histórico de un sujeto que había sido negado, ninguneado, acallado, nunca hablaban por ellas mismas, siempre otras hablaban por ellas, generalmente las feministas hablaban por las mujeres prostituidas, porque así las consideraban, hasta que ellas se organizaron y dijeron “no, no queremos más que las feministas hablen por nosotras, ni que digan más que somos mujeres prostituidas, somos trabajadoras sexuales, nosotras elegimos este oficio”. Y empezaron a cuestionar este feminismo blanco burgués, en el fondo, que todo lo que no se ajustara a los estándares y modelos de sexualidad femenina de ese tipo de mujeres era visto como algo erróneo.