“Yo no me represento solamente a mí mismo. En este premio represento lo que es la Universidad de Santiago, una institución estatal, laica, pluralista, inclusiva” Entrevista a Premio Nacional de Historia 2024 Dr. César Ross.
El Dr. César Ross, académico del Instituto de Estudios Avanzados, en entrevista con el Departamento de Historia de la Usach, reconstruye su trayectoria y resalta la importancia de la Universidad de Santiago en su investigación y formación. A partir del estudio de la estructura económica nacional, Ross destaca cómo su investigación se ha proyectado hacia diferentes casos de estudio internacionales, subrayando las oportunidades y posibilidades que ofrece esta perspectiva.
Bueno, primero he de felicitarlo por este importante premio, desde el Departamento de Historia saludamos este reconocimiento. Quisiera partir preguntándole cuáles son sus impresiones sobre este galardón ¿Cómo se toma este reconocimiento por su trabajo?
En primer lugar, con mucho orgullo institucional, tal como dije ayer en la tarde, yo no me represento solamente a mí mismo. En este premio represento lo que es la Universidad de Santiago, una institución estatal, laica, pluralista, inclusiva. Yo soy una persona formada en la Usach, yo hice mi magíster en el Departamento de Historia de la Usach y me doctoré también en la propia Universidad y trabajo y sirvo. Entonces es un orgullo institucional genuino.
También una satisfacción porque sin duda alguna, el premio es un impulso para fortalecer la última etapa de tu carrera. Si tú quieres una última etapa que puede tardar una década o más, el premio es un estímulo para continuar haciendo lo que hacemos, que es investigar con libertad, con pluralismo, con espíritu crítico. Y formar a nuestros alumnos en esa misma idea que se puede pensar sin tener un jefe institucional que controle o que elija los temas que trabajamos.
Podríamos ver como en la diversidad de temas que ha abordado y la amplitud de sus investigaciones dan cuenta de esta pluralidad en su trayectoria.
Sí, aunque no he trabajado tantos temas. O sea, los historiadores no trabajamos con temas, trabajamos con problemas de análisis y yo creo que he trabajado con un problema de análisis durante toda mi vida.
Primero, enfocado a la realidad nacional cuando estudié la transición al capitalismo en Chile desde el punto de vista del mundo las finanzas. Porque en los bancos está el cerebro de la economía capitalista, la industria y la agricultura vendría a ser como los brazos y las piernas, pero el cerebro está en los bancos. Por eso que estudié los bancos durante largo tiempo y la transición al capitalismo desde ese punto de vista[1] y luego tomé ese mismo problema y lo extendí a nivel internacional. Primero preguntándome por qué nosotros no nos desarrollábamos, en cambio si los países del este de Asia. Detrás de ese intento, que era una aproximación desde la historia económica, me encontré con las relaciones internacionales de Chile, con los países asiáticos y en específico con las relaciones de la dictadura con los países del este de Asia, que luego hacen parte de una explicación de por qué la dictadura, estando tan aislada y siendo tan repudiada, logra sobrevivir 17 años y el dictador termina muriendo en su cama[2].
Esa es la paradoja que he trabajado la mayor parte del tiempo. Desde ahí estudié los casos de las relaciones con Japón, las relaciones con Corea, las relaciones con la India y ahora estoy estudiando las relaciones con Taiwán y China durante los años de la dictadura. Entonces esos son casos para poder acreditar y demostrar y complejizar la teoría general acerca de este vínculo de la dictadura con el este de Asia que explica en parte por qué es la dictadura, es capaz de sobrevivir tanto tiempo.
Ahondando en esta trayectoria quisiera consultarle sobre sus procesos formativos, y en particular, si nos podría comentar la implicancia que tuvo para usted la Universidad de Santiago.
Estudié mi pregrado en el ex pedagógico de la Universidad de Chile, una Universidad altamente intervenida por la dictadura, que en los ochenta tenía rectores delegados, existía prohibición de tener federaciones de estudiantes y todo lo que ya sabemos. La experiencia en la Usach no era distinta, siendo la pedagogía cercenada en la época de la dictadura. Entonces yo venía de un mundo académico donde la jerarquía era extremadamente fuerte, había en nuestras universidades muchas personas que no tenían mérito para estar dentro de una Universidad y que eran colaboradores de la dictadura. Entonces era una Universidad en la que se pisaba sobre huevos, especialmente los que éramos opositores a la dictadura y los que habíamos padecido la represión.
Durante el primer año de democracia llegué el magíster, en marzo de 1990 y me encontré con un claustro académico mucho más diverso del que yo había observado. Había un ambiente que no solamente era diverso, sino que además un ambiente que era bastante igualitario con los alumnos, un ambiente muy atractivo en términos de discusión. Yo lo dije en un libro que publiqué hace años atrás que mi mejor curso durante mi vida estudiantil fue el magíster, un curso general sobre una interpretación del siglo 19. Fue tan bueno porque los profesores se turnaban para exponer, pero cuando uno de ellos presentaba, los demás no se ausentaban de la sala. Al contrario, se sentaban en el lugar de los estudiantes, hacían preguntas e interpelaban al que estaba hablando. Esa interacción, que ocurría a medida que los roles de los profesores cambiaban, nos brindó una lección magnífica. Hasta el día de hoy, esa experiencia nos guía no solo en la forma de enseñar, sino también en cómo debemos pensar. Ellos potenciaron en sí mismo esta práctica del debate. Y no era un debate indulgente, no es que dijeron siempre puras adulaciones a los colegas que acaban de exponer, muchas veces los ponían en aprietos, les citaban trabajos, etcétera y nosotros hacíamos lo mismo como alumnos. Entonces fue una experiencia estimulante que potenció la diversidad de puntos de vista, fue una magnífica lección respecto de cómo debía practicarse el debate. Entonces para mí el magíster fue muy formador.
Así mismo, la circulación de profesores internacionales, el acceso a la bibliografía, todo eso fue un gran aprendizaje. Es por ello por lo que lo que más valoro fue el ambiente intelectual, el ecosistema intelectual que se potenciaba en ese en ese programa y en general en la Universidad. Para mí fue clave, pues yo hice mi doctorado en el Instituto Estudios Avanzados, dado que cambié mi foco de trabajo y le di una dimensión internacional. Esto ya que en el año 1993 gané un concurso para ser académico en American University, en un programa para estudiantes extranjeros donde los alumnos venían a Chile, pero partíamos el semestre en Washington y ahí me di cuenta de que el grueso de los alumnos cursaba estudios internacionales y no historia. Por otra parte, yendo a Washington a visitar el Archivo Nacional de la Biblioteca me di cuenta de que había una posibilidad de volver a un tema que yo había perseguido en mi primera época de estudiante de pregrado, que era la cuestión del imperialismo y las relaciones internacionales de Chile con Estados Unidos y empecé a leer y escribir sobre eso. Sin embargo, me di cuenta de que era un campo que estaba muy saturado y que había otros procesos que estaban ocurriendo parlamente, que era el ascenso de Japón y la declinación de Estados Unidos, así como hoy en día vemos el ascenso de China y la declinación de Estados Unidos, que me genero gran interés. Entonces me metí ahí.
¿Qué me interesó leyendo sobre Japón y sobre el milagro económico japonés? Me interesó esta otra pregunta que te mencionaba antes, ¿por qué la desigualdad? Siendo que Japón era un país tan pobre en recursos naturales. Empecé a contrastarlo con el modelo de desarrollo de América Latina y empecé a hacerme esas preguntas ¿porque ellos sí, nosotros no?, que son preguntas que están dentro de mi libro de los bancos, que fue mi tesis de magíster. Entonces yo andaba detrás de explicarme a Chile primero y después explicarme América Latina; y finalmente explicarme América Latina en contraste con otros lugares del mundo.
Agradeciendo esta reconstrucción de su camino, quisiera solicitarle si pudiera compartirnos algunas reflexiones finales en el marco de este importante reconocimiento.
Lo primero, es decir es que yo soy un resultado y un producto de la historia del Departamento de Historia, sin duda alguna. Segundo, me siento muy agradecido y beneficiado de interactuar con la comunidad intelectual del Departamento de Historia, que son colegas y son amigos con los cuales he convivido a lo largo de muchos años. También, yo creo que es importante para los estudiantes mirar el Departamento como un espacio de oportunidad, no solamente para estudiar la historia chilena, la historia regional, la historia local. Considero que es relevante también mirar la historia de Chile desde otros lugares y poder interactuar e intelectualmente con otras comunidades.
Hoy día en la mañana me llegaron muchos saludos de amigos y uno de los saludos más lejanos me llegó de una colega y amiga que es profesora en la Universidad Nehru en la India. En ese sentido, lo que he hecho es trabajar mi tema no sólo mirando al mundo desde Chile, sino que interactuar con otras comunidades intelectuales y académicas de las cuales pude aprender muchísimo. Entonces, en la actualidad el mundo está muy abierto para que los jóvenes investigadoras e investigadores que se atrevan a pensar sus temas de investigación sin ponerle demasiadas fronteras. Y no estoy diciendo que se dedican solo a los estudios internacionales, sino que se puede estudiar una historia local mirando cómo se aborda historia local, en India, en China, etcétera. Hay tanto que aprender de otros ecosistemas de intelectuales y esto creo que esto también es un llamado para abrir los ojos y el Departamento de Historia es un lugar muy propicio para eso, porque es un es un espacio que lo que ha hecho durante el largo tiempo es potenciar a sus estudiantes, no inhibirlos de pensar y de escribir, sino potenciarlos, incorporándolos a los proyectos de investigación como ayudante, como con investigadores, publicar en conjunto con los con los alumnos. Todo eso es altamente formador y yo creo que los alumnos a veces no necesariamente aquilatan el peso de la importancia que tiene sus profesores en esa tarea. El tiempo que uno está en una Universidad como estudiante en un tiempo muy corto, por lo tanto, hay que sacarle mucho provecho, estudiando, leyendo, debatiendo, yendo a clase, es decir, aprovechando ese momento de tu vida para hacer una transformación muy importante en lo que cada cual puede hacer con su carrera.
Entrevista realizada por Marco Lagos
[1] En esa línea se destacan las publicaciones: Ross, César (2003). Poder, Mercado y Estado: Los bancos en Chile en el siglo XIX, Santiago, Lom Ediciones, Universidad Arturo Prat. Ross, C. (2006). Chile 1860-1895: El impacto del sector bancario en los sectores productivos. América Latina en la Historia Económica. Nº25, pp.75-93. México
[2] Ross César (2007). Chile y Japón, 1973-1989: de la incertidumbre a la alianza estratégica. Co-edición LOM y Universidad de Santiago de Chile. Ross, C. (2006). Chile y Japón: pragmatismo y negocios internacionales, 1973-1989, Ciclos Nº 29, pp. 163-204. Argentina. Ross, César (1998). Chile y Japón: Balance de un Siglo de Relaciones Económicas 1897-1997, Diplomacia, Nº 78, pp.55-67. El Comité Empresarial Chile-Japón: de la liturgia al libre comercio, 1979-1999, Diplomacia, Nº 86, pp. 89-111. Ross, César (2002). Relaciones entre Chile y China: 1970-2000 treinta años de relaciones atípicas, Si Somos Americanos, 3(2), pp. 33-48. Ross, César (2004). Chile e Indonesia: Globalización y Comercio Internacional, 1977-2004, Diplomacia, Nº 99, pp. 100-117, entre otros.