CARTA ABIERTA A VICTOR CHANFREAU Y AYELÉN SALGADO, DIRIGENTES DE LA ACES

Estimada Ayelén y estimado Víctor, dirigentes de la ACES:

Les escribo porque me espanta que ustedes y más estudiantes estén o puedan estar detenidos por manifestarse contra este sistema injusto y las autoridades indolentes e ineficientes que “gobiernan”. Es una carta abierta que podemos compartir.

Ya soy un viejo y me desdoblo recordándome como un estudiante secundario del año 1973, para escribirles, respetuosamente, como si fuera un hermano que los visita en la prisión. Desde septiembre de 1973, como miles de personas, estuve varios meses preso por la dictadura. Estaba en cuarto medio. Nunca supe si alguien de mi liceo preguntó por mí durante mi ausencia. Entonces tenía que dar la Prueba de Aptitud Académica. No pude hacerlo porque estaba en Chacabuco. Para qué les cuento las peripecias para conseguir dar exámenes “libres” y tener mi licencia secundaria. A la universidad recién pude entrar en los años noventa, en democracia. 

Leo, Víctor,  que eres nieto de Alfonso Chanfreau, detenido desaparecido, que fue dirigente estudiantil universitario. Era un poco mayor que yo. Además, Ayelén, leo que tu abuelo -Roberto Castillo- fue asesinado por Carabineros en 1977. Ellos no pudieron ver el término de la dictadura. Yo sí, pero no el término de las injusticias. Abuelo también, tengo una nieta y un nieto y cómo me habría gustado que mi generación les hubiese legado un mejor país, una sociedad en democratización ininterrumpida, sin la violencia institucionalizada que sufren principalmente las personas más discriminadas, vulneradas, desposeídas. 

De la generación de sus abuelos, por mi lado, participaba en la FESES y pienso (disculpen la digresión) en mis coetáneos y congéneres de la derecha, que hoy criminalizan las acciones de los estudiantes secundarios. Andrés Allamand, por ejemplo, ¿nunca participó en una toma de liceo durante el gobierno del presidente Allende? ¿Sabrá algo de esto Francisco Vidal, que era de la misma Juventud Nacional y Comando Rolando Matus? (Cuéntanos Francisco, ahora que no serías de derecha). ¿Acaso Allamand no exigió la renuncia del presidente de la república y no se ha ufanado de que le dijo a Allende que "cerrara la puerta por fuera"? ¿Acaso no es normal que los estudiantes hayan sido y sean irreverentes, insolentes, desordenados, rebeldes, opositores, insumisos? ¿No es ridículo invocar la ley de seguridad interior del Estado contra ustedes, los secundarios de hoy?  El joven Allamand apoyó el golpe. En los diez primeros años de la dictadura, cuando más se asesinó, encarceló y se hizo desaparecer personas, Allamand guardó un cómodo silencio, cómplice, pasivo. Desde el ’83 fue como el Desbordes de RN (eran días de protestas y degollados, de componendas y barricadas), pero apoyó el Sí a Pinochet. Y se convirtió en un político profesional. Es su pega. En fin... tienen razón los estudiantes en no pedirle peras al olmo.

Nunca he sido un valiente ni fui un chico intrépido, pero tengo clarísimo que si “Chile despertó”, el despertador fue la movilización de los secundarios que protestaron por la abusiva alza de tarifa del metro (el mismo metro que persigue a vendedores ambulantes y cantantes), como en otro momento fue la movilización de los “pingüinos”. Sin esos “estallidos”, ¿se habría abierto ahora la oportunidad de tener una nueva Constitución y abrir una agenda social que la derecha nunca habría permitido? Pero los pajarillos libertarios alteran el orden público. Son desordenados y desobedientes. ¿Qué se puede esperar de estudiantes con espíritu crítico, rodeados de abusos de todo tipo? Chicos desobedientes, literalmente condenados por ser desordenados. Hoy día la señora Violeta Parra les recordaría que “son la levadura”. 

Mi hija Natalia (les cuento con tristeza que es hija del exilio) fue dirigenta secundaria en Uruguay. Se tomaron colegios, que entregaron pintados, sin un vidrio roto, cuidando el bien común; hicieron grupos de estudio, turnaron la vocería, siempre tuvieron el apoyo de la comunidad y nunca pudieron –aunque lo intentaron- acusarlas de vandalismo. Consiguieron lo que demandaban. Me encantó conocer esa experiencia y la posibilidad de que se compartiera con otros estudiantes del continente. En fin… siempre hay algo de chochera en estos recuerdos; y quienes hemos sido militantes políticos y sociales, aunque tengamos temor por la suerte de nuestros hijas y nietxs, por el arrojo sacrificial de algunas acciones y por la brutalidad policíaca, no tenemos autoridad para pedirles que no se metan “en estas cosas”. Al contrario: cada uno vive su época, sus luchas, derrotas y esperanzas. Los y las respeto, sin ninguna pretensión de decir lo que tienen que hacer; salvo repetir lo que nos dijo Allende: “El pueblo debe defenderse, pero no sacrificarse. El pueblo no debe dejarse arrasar ni acribillar, pero tampoco puede humillarse”. Tienen mi solidaridad. Sean fuertes, inteligentes y buenos. Conquistarán la libertad. Les deseo la victoria y que sepan qué hacer con ella. Por último, les regalo un libro, que es el testimonio de un estudiante secundario detenido en septiembre de 1973.

Un abrazo fraterno,

Jorge Montealegre Iturra[1]


[1] Jorge Montealegre Iturra. Escritor, profesor del Departamento de Historia de la Universidad de Santiago de Chile, integrante de los directorios de la Fundación Víctor Jara y de la Unión Nacional de Artistas. Autor de “Frazadas del Estadio Nacional”.